5.7. Las purgas comunistas en Corea del Norte

La República Popular y Democrática de Corea (RPDC) fue creada el 9 de septiembre de 1948 en la parte del país que se extiende al norte del paralelo 38. Según un acuerdo firmado con Estados Unidos en agosto de 1945, la U.R.S.S se encargaría de administrar provisionalmente los territorios ubicados al norte del paralelo antes mencionado. Este país se reveló como el más cerrado del mundo, prohibiendo su acceso a cualquier representante de la comunidad internacional. Es por ese motivo que es difícil encontrar información acerca de lo que ocurre dentro del país y por consiguiente, estimar el número de víctimas. La mayor parte de la información ha sido proporcionada por tránsfugas del país, quienes han visto en su huida la única forma de sobrevivir al horroroso régimen impuesto en ese país. Se calcula que desde el año de fundación de dicho régimen han muerto cerca de un millón y medio de personas debido principalmente a ejecuciones sumarias y a las inhumanas condiciones de vida en los campos de concentración. Las primeras víctimas del comunismo coreano fueron también comunistas, ya que desde 1919 existen dos grupos que apelan a ese sistema. Guerrilleros antijaponeses del partido comunista coreano panruso se enfrentaron con las armas a otros guerrilleros de un grupo que había fundado un partido comunista coreano en junio de 1921. Este enfrentamiento ocasionó centenares de muertos y obligó a la Komitern a tratar de imponer una unidad del movimiento comunista coreano. Tras la división del país en dos zonas en 1945 serán perseguidos y ejecutados comunistas y nacionalistas opositores al régimen de Kim Il Sung, quien fue colocado en el poder por los mismos Soviéticos. Se forma entonces un estado a imagen de la U.R.S.S, reforma agraria que abre el camino a la colectivización, partido único, encuadramiento de la población en asociaciones de masa. Todo adversario político, terrateniente, opositor a la reforma agraria o sospechoso de haber colaborado con los japoneses es hostigado. Kim Il Sung se impacienta por lograr una comunistización general de la población de la península e insiste ante Stalin para que apruebe la invasión a Corea del Sur, a los que calificaba como marionetas de los americanos. Esta invasión se lleva a cabo el 25 de Junio de 1950 y causará más de medio millón de muertos entre las tropas norcoreanas y las surcoreanas apoyadas por Estados Unidos y la O.N.U. En julio de 1953 se firma un armisticio que establecía una zona desmilitarizada entre las dos coreas, pero no constituía en ninguna instancia una garantía para la paz. Desde ese armisticio han ocurrido abundantes incursiones y ataques de Corea del norte hacia su vecino del sur, los que han ocasionado numerosas víctimas. Entre estos golpes podemos mencionar el ataque en 1968 al palacio presidencial surcoreano, el atentado en Rangún en 1983 contra miembros de gobierno de Seúl que causó dieciséis muertos y finalmente la explosión en pleno vuelo de un avión de la Korea Air Line en 1987 con 115 personas a bordo. Cabe destacar que el régimen Norcoreano entre los años 60 y 70 ha dado asilo a diversos grupos terroristas como por ejemplo el ejército rojo Japonés. Por otro lado, se han realizado numerosas purgas en el seno del partido norcoreano desde la fundación del régimen. Así en agosto de 1953 se realizó una gran purga con el objetivo de aniquilar a los comunistas juzgados por espionaje en provecho de los americanos. Otra purga tuvo por blanco a los mandos relacionados con los soviéticos y chinos en marzo de 1958. Oleadas de purgas tuvieron lugar en 1960, 1967, 1969, 1972, 1977, 1978, 1980 donde muchas de las víctimas han desaparecido o fueron enviadas a campos de concentración. Se ha intentado realizar una estimación para las purgas en el seno del partido en el periodo de represión brutal de 1958 –1960. Según estas estimaciones aproximadamente 9.000 personas han sido expulsadas del partido, juzgadas y ejecutadas. Teniendo en cuenta este número y considerando también el número de purgas masivas que conocemos (una decena) se llegaría a la respetable cantidad de 90.000 ejecuciones. Muchas de las ejecuciones que apuntan a la población civil se hacen públicas, se incita a la muchedumbre a adoptar una actitud cooperadora y el juicio va acompañado de gritos, insultos y hasta piedrazos. De hecho, se han producido verdaderos linchamientos en los cuales las víctimas son apaleadas hasta morir mientras la multitud grita consignas. Cabe destacar que la pertenencia a una clase o a otra representa un papel de primera importancia, por ejemplo, en muchos casos la violación es punible con pena de muerte solo en los casos de pertenecer a las categorías más bajas. En fin, más de 47 crímenes punibles con la pena de muerte, muchos de los cuales están en la categoría de crímenes contra la soberanía del estado, su administración o propiedades. No es de extrañarse esta barbaridad en un régimen en el cual los jueces están a la orden del partido comunista y se les pide portarse con estricta conformidad con la doctrina marxista leninista. Las condiciones de las prisiones y campos en Corea del Norte son espantosas. Muchas víctimas de las Purgas son llevadas a estos lugares y sometidas a tratos inhumanos. La señora Li Sun Ok, antigua miembro del partido del trabajo y responsable de un centro de suministros reservado a los mandos fue torturada largo tiempo con agua y con electricidad, apaleada, privada de sueño, terminó por confesar todo lo que ellos querían y por sobretodo que se había apropiado de bienes del estado. Fue condenada a trece años de cárcel en la cual trabajaba desde las 5:30 de la mañana fabricando zapatillas, fundas de revólver, sacos, cinturones, detonadores para explosivos y flores artificiales. Relata que en la prisión las detenidas embarazadas eran obligadas a abortar brutalmente y cualquier niño nacido en prisión era irremediablemente asfixiado o degollado. La represión ha sido institucionalizada dentro del régimen, por lo que pueden distinguirse varios tipos de prisiones y campos entre los que podemos destacar los Puestos de socorro, centros de regeneración, campos de trabajos forzados, zonas de deportación y las zonas de dictadura especial, estas últimas constituyen verdaderos campos de concentración, los cuales son destinados a los prisioneros políticos y reúnen entre 150.000 y 200.000 personas. Estos campos se encuentran en la parte norte del país y en zonas montañosas de difícil acceso. Fueron creados a finales de los años cincuenta para encerrar a” Criminales políticos” y opositores a Kim Il Sung en el seno del partido. La descripción que hacen los tránsfugas de estos lugares es terrorífica: Elevadas alambradas de púas, perros pastores alemanes, guardianes armados, campos de minas a los alrededores, aislamiento del exterior completo, torturas, violencia sexual, trabajo duro (minas, canteras, excavación de canales de riego, tala de bosques durante doce horas diarias a las que se añaden dos horas de formación política. A menudo los guardianes utilizan a los presos como blancos vivientes para ejercicios de tiro. Pero el peor de los suplicios es el hambre que deben soportar y muchas veces hacen lo posible por cazar y comer ranas, ratas e incluso gusanos. A esto hay que añadir el carácter insólito de las responsabilidades, ya que familias completas se encuentran en un campo debido a la condena de uno solo de sus miembros. De hecho, esto a tendido a suavizarse ya que en el momento de la gran purga de 1958 el castigo se ampliaba a tres generaciones. Un joven tránsfuga, Kang Chul Hwan de nueve años fue internado en estos campos junto a su padre, uno de sus hermanos y sus dos abuelos. La razón de su captura se debe a que su abuelo era responsable de la asociación de coreanos de Kyoto (Japón) , el cual, en 1977 fue detenido por hacer declaraciones complacientes sobre la vida en los países capitalistas. Hasta la edad de quince años, Kang Chul Hwan siguió en un campo reservado a los niños: escuela por la mañana, donde se les enseña sobre toda la vida del genio nacional, Kim Il Sung, trabajo por la tarde (arrancar las malas hierbas, recoger piedras, etc) Las condiciones de detención en los campos son tan duras que todos los años, a pesar de las alambradas electrificadas, las torres de observación en cada kilómetro o de una ejecución ante el resto de los detenidos, una quincena de ellos intenta evadirse, lo que aumenta considerablemente la cuenta de en vidas humanas ya que ninguna evasión se ha visto coronada todavía por el éxito. Antiguamente las ejecuciones en ese campo eran públicas pero se dejó de hacer ya que terminaron por inspirar menos terror que afanes de rebeldía. Por esta razón que desde el año 1984 se ejecuta en secreto. Los que realizan las ejecuciones lo hacen en forma lenta muchas veces para contemplar la agonía de sus víctimas. Pueden matar a palos, por lapidación o por una pala. Se han visto senos lacerados a cuchilladas, partes genitales hundidas por el mango de una pala, nucas destrozadas a martillazos. Se mata a los prisioneros como si fuera un juego, haciendo un concurso de tiro al blanco apuntándole a los ojos. Se fuerza a los supliciados a pegarse entre ellos y a desgarrarse mutuamente. En el campo la muerte es muy vulgar y los “criminales políticos” se debaten como pueden para sobrevivir. Hacen lo posible por conseguir maíz y grasa de cerdo. A pesar de esa lucha todos los días cuatro o cinco personas mueren como media de hambre, de accidente o ejecutadas. Cuando faltan individuos para ejecutar, un camión negro, apodado “el cuervo” va a buscar otros, sembrando el terror entre los prisioneros. Este camión va al campo una vez al mes y se lleva cuarenta o cincuenta personas no se sabe donde. Todos estos arrestos se hacen de forma discreta, sin procedimientos legales, de suerte que ni siquiera los padres a los vecinos saben nada. Cuando se dan cuenta de la desaparición, evitan hacer preguntas por miedo a tener problemas. Corea del norte es un lugar donde no existe la autonomía personal. “Toda la sociedad debe ser convertida con firmeza en una política unida que respira con un solo pensamiento y una sola voluntad bajo la dirección del dirigente supremo” afirma un editorial radiodifundido en enero de 1986. Un lema corriente en Corea del Norte ordena: “Pensad, hablad y obrad como Kim Il Sung o Kim Jong Il. Toda la escala social, el estado, el partido, sus asociaciones de masa o su policia controlan a los ciudadanos en nombre de lo que denomina “ Los diez principios del partido para realizar la unidad” De hecho, este texto es el que rige actualmente a la sociedad norcoreana y no su constitución. Los mandos del país son desde luego privilegiados en el plano material y alimenticio, pero el control del que son objetos también es estricto. Estos están reagrupados en un barrio especial, y sufren la escucha de sus conversaciones telefónicas con el objetivo de controlar sus acciones. Es tanto el control que el estado tiene sobre la población que para todos los norcoreanos, las emisoras de radio o de televisión solo permiten, mediante un sistema de bloqueo de los botones, el acceso a las emisoras estatales. En este estado que se dice socialista la población es fichada y discriminada en función de criterios que se refieren al origen social y geográfico, los antecedentes políticos y signos de lealtad hacia el régimen. En los años cincuenta se creó un sistema en el cual la población fue encasillada en no menos de cincuenta categorías, dependiendo del porvenir material, social y político de los ciudadanos. Durante la década de los ochenta ese sistema de fichaje fue simplificado a tres categorías, entre las que se distingue una central, una indecisa y otra hostil, esta última representa cerca del cuarto de la población. Mediante este sistema, los servicios secretos del estado vigilan de modo especial a ciertas categorías calificadas de hostiles por representar una amenaza para el régimen. A pesar de la vigilancia de los guardias de frontera, algunos norcoreanos han conseguido huir: desde la guerra, unas 700 personas han alcanzado el sur, pero se piensa que varios miles han franqueado la frontera China. Por regla general, los candidatos al paso clandestino de la frontera huyen de una amenaza de sanción o han tenido la ocasión de viajar al extranjero, como es el caso de algunos diplomáticos o funcionarios de alto rango. Según diversas fuentes, cualquier intento de fuga descubierta antes de su realización conduce a su autor al arresto y al campo de concentración. Menos suerte corren quienes son sorprendidos en el acto, los policias que recuperan a los fugitivos algunas veces los torturan introduciéndoles alambres en sus mejillas o la nariz. Otras veces, los fugitivos son simplemente ejecutados antes de sufrir un trato degradante y sus familiares son enviados a campos de trabajo. Por otro lado, los dirigentes norcoreanos envían a sus agentes al exterior para atentar allí contra los enemigos del régimen. En septiembre de 1996, el agregado cultural de Corea del Sur en Vladivostock, por ejemplo, fue asesinado. Japón también sospecha que los norcoreanos secuestraron aproximadamente a una veintena de mujeres japonesas que luego son obligadas a trabajar en la formación de espías y terroristas. También existen cientos de mujeres japonesas que fueron enviadas a Corea del Norte junto a sus esposos. Según escasos tránsfugas que han conocido los campos, se sabe que muchas de esas mujeres fueron detenidas y que la tasa de mortalidad entre ellas es muy elevada . El gobierno norcoreano se sirve de esas mujeres, cuya liberación promete, a cambio de una ayuda alimentaria japonesa. Por su parte, el gobierno surcoreano afirma que más de 400 pescadores y algunos de sus ciudadanos también han sido víctimas de estos secuestros. Por último, en Corea del Norte se vive una hambruna cada vez más generalizada, con lo cual algunas autoridades del país, a pesar de su sacrosanto principio de autosuficiencia, han lanzado llamadas para solicitar la ayuda internacional. Cualquier interrupción de esta podría conducir a acciones desconsideradas y peligrosas para la estabilidad de la península y la paz en extremo oriente. Sin embargo, el gigantesco ejército norcoreano está bien alimentado y construye misiles cada vez más perfectos. Las causas de esta penuria alimentaria, de hecho, son producto de las dificultades estructurales propias de la agricultura socialista, planificada y centralizada. El hundimiento del comunismo soviético y el nuevo curso de las cosas que se ha producido en China hacen que haya disminuido mucho la ayuda de estos países a Corea del Norte. El número de víctimas de esta Hambruna es desconocido, pero organizaciones humanitarias como Visión Mundial evoca la posibilidad de dos millones de muertos. La Cruz Roja alemana habla, en cambio, de 10.000 muertes de niños al mes. Las autoridades norcoreanas hablan en el extranjero de millones de víctimas en el futuro si no tienen lugar las ayudas. La utilización en el extranjero de fotos de niños enclenques o de videos de consejos televisados a la población para preparar hierbas como alimento, indican una maniobra muy bien organizada para ensombrecer un cuadro que de cualquier modo no es brillante. Los nutricionistas del programa alimentario mundial han podido realizar, por ejemplo, un estudio sobre 4.200 niños norcoreanos de una muestra exclusivamente seleccionada por el gobierno. Este estudio arrojó que el 17% de los niños sufrían malnutrición, lo cual tiende a confirmar la existencia de una carestía generalizada y de probables bolsas locales o regionales de hambruna. Estas penurias alimentarias están relacionadas en gran medida con las decisiones políticas del gobierno norcoreano y se combaten y limitan, sin embargo, gracias a los esfuerzos del mundo “imperialista” que entrega millones de toneladas de cereales. Cabe destacar los esfuerzos del Gobierno norcoreano por ensombrecer, por todos los medios posibles, la situación, del mismo modo que los soviéticos crearon el año 1921 “un comité de ayuda a los hambrientos” para realizar un llamamiento de ayuda a la buena voluntad del mundo burgués.