6.2. Pierre Klossowski

El escritor Pierre Klossowski (1905 - 2001), hermano mayor del artista Balthazar Klossowski (Balthus) e integrante del núcleo fundamental de Georges Bataille (“Acéphale” y el “Colegio de Sociología Sagrada”), expone principios que más tarde guiarán las radicales interpretaciones de Gilles Deleuze y Michel Foucault. Klossowski señala que desde el momento en que se sabe que la verdad sólo expresa la voluntad de verdad. Considera por tanto Klossowski que es imposible seguir perdiendo de vista que esta “verdad” sólo es el temeroso rechazo a este mundo, en la medida en que este mundo no es un “mundo verdadero”, como no sea por obra del eterno retorno. Es pues Klossowski quien enfatizará la importancia de la hipótesis del eterno retorno, cuestión central en la especulación nietzscheana. La hipótesis del eterno retorno resulta clave porque es indicativa de que nunca hubo una primera vez, vale decir, un origen, y por tanto, nunca habrá una última vez, esto es, un fin de la historia. En esta perspectiva, Klossowski se concentra en la tarea de liquidación del principio de identidad ya que está en la base de esta negación de la comprobabilidad de hechos originarios y primeros. En su obra “Nietzsche, politeísmos y parodia”, Pierre Klossowski deduce que todas las identidades o regularidades aparentes que se enfrentan en la realidad son sólo máscaras. Así, según Klossowski, toda identidad es simulada. Lo mismo es siempre un otro que hizo como si fuera lo mismo, y nunca es el mismo otro, que se oculta tras la misma máscara. Por ello la doctrina del eterno retorno de ninguna manera puede proporcionar un principio de diferencia que entre en contradicción con el principio de identidad. Sin embargo, Klossowski explica que la hipótesis de Nietzsche es audaz porque le opone al principio de identidad un principio aparente, es decir, un falso principio que actúa como si fuera un verdadero. Klossowski considera entonces que la doctrina del eterno retorno es simplemente la parodia de una doctrina. Así el filósofo de la diferencia es un engañador y su filosofía una mistificación; difícilmente cabría pues esperar una desmistificación de esta filosofía. Señala Klossowski: “Sólo se desmistifica para mistificar mejor”. De esta forma, la filosofía, de Platón a Hegel, no es una larga mistificación, contra la que se le­vantan sólo aislada y audazmente unos pocos pensadores libres. Por el contrario, la filosofía, es decir, la fe en la verdad, fue sólo una larga desmistificación, una larga declinación de la fuerza de mistificar, de fabular, de generar dioses. La misteriosa exclamación de Nietzsche en “El ocaso de los ídolos”, según la cual el mundo verdadero se ha convertido en una fábula, no significa entonces que ya no se cree en un mundo suprasensorial, sino algo distinto e inquietante: el mundo se convierte en fábula, el mundo como tal es sólo fábula. Pero fábula designa algo que se narra y que sólo existe en la narración; el mundo es algo que se narra, un acontecimiento narrado y por lo tanto una interpretación: la religión, el arte, la ciencia, la historia “todo esto son diversas interpretaciones del mundo o más bien variantes de la fábula”. Señala pues Pierre Klossowski que el fin de la historia significa ahora que la humanidad está en trance de abandonar el tiempo histórico para entrar de nuevo en el tiempo del mito. Y precisamente en eso consiste el eterno retorno: un salirse de la historia, es decir, el olvido activo del pasado, condición necesaria para crear nuevos dioses o nueva historia.

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