6.5. Jacques Derrida
El 8 de Octubre de 2004 muere en París Jaques Derrida, uno de los filósofos más controvertidos del siglo XX. Su propuesta filosófica es conocida como deconstruccionismo, el cual arroja serias dudas sobre la habilidad que posee el lenguaje de representar la realidad en una forma precisa y objetiva. Según el deconstruccionismo, el significado de las palabras cambia continuamente, pues dependen del contexto cultural de cada cual, lo mismo que de su trasfondo y experiencia; de manera que no podemos asignarle a la palabra un significado inherente, estable y universal. De ese modo el deconstruccionismo pone bajo cuestionamiento la noción fundamental de la tradición intelectual de Occidente y que Derrida llama “logocentrismo” (de la palabra griega “Logos” que, entre otras cosas, significa “palabra”). Tal como el término sugiere, las palabras han ocupado un lugar central en la historia del pensamiento como un vehículo confiable de verdad y significado. El deconstruccionismo, en cambio, afirma que toda oración está sujeta a muchas interpretaciones legítimas. En esa Babel moderna, por supuesto, no existe la posibilidad de comunicarnos objetivamente con los demás, ni de alcanzar un conocimiento objetivo de la realidad. Una vez más vemos cómo la negación de la verdad absoluta sumerge al hombre en un laberinto de contradicciones, ya que para negar el significado de las palabras, los deconstruccionistas tienen que valerse de palabras a las cuales asignan un significado. Como alguien ha dicho: “Negar que nosotros podemos comunicarnos es comunicar que no podemos comunicarnos. Es usar palabras para negar que nosotros podemos entender palabras”. Los deconstruccionistas intentan que sus palabras sean comprendidas de cierta manera. Y es que el hombre, como un ser creado a la imagen de Dios, posee la capacidad de conocer la realidad y definirla con bastante precisión (como vemos en Génesis 2:19-20 cuando, por mandato de Dios, el hombre pone nombre a los animales). El hecho de que no podamos conocer y comunicar la verdad exhaustivamente, no quiere decir que la verdad objetiva no exista o que no podamos conocerla objetivamente. Pero el hombre necesita un punto de apoyo racional fuera de sí mismo sobre el cual construir su conocimiento de la realidad. Ese punto de apoyo no puede ser Otro que el Dios de verdad que se revela a través de Sus obras y de Su Palabra.